HISTORIA DE LA INMUNOLOGÍA

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VITAMINA D3, UNA VITAMINA ESENCIAL EN LA LUCHA CONTRA LAS ENFERMEDADES.
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La palabra inmunología deriva del latín immunitas, que era un término con el que se denominaba a quienes estaban «protegidos» de pagar impuestos. Dicha palabra sigue vigente en términos sociales y es aplicada, por ejemplo, a los embajadores, que están exentos de someterse a las leyes que rigen sobre el resto de los ciudadanos (inmunidad diplomática) o a los legisladores, que no pueden ser juzgados tan fácilmente al detentar fueros, también llamados «inmunidad».

En medicina se define como inmunología a la ciencia que estudia todos los mecanismos fisiológicos de defensa de la integridad biológica de un organismo. A su vez, estos sistemas de defensa se dividen en dos grandes grupos: la inmunidad innata, que defiende al organismo rápidamente y de forma inespecífica, y la inmunidad adaptativa, que es específica contra los agentes agresores y actúa de forma mediata.

Si bien la inmunidad ha acompañado al ser humano en su evolución, los primeros testimonios humanos de su existencia fueron plasmados por Tucídides en las Guerras Del Peloponeso (431 a.C.). En esta obra, el general griego describe una gran epidemia que azota a Atenas. Remarca que los únicos que no contraían la enfermedad, y de esa forma podían atender a los afectados, eran aquellos que ya habían padecido el cuadro clínico. Por otro lado, y no menos importante, también describe la relación entre el sistema inmune y el estado afectivo del paciente, decayendo «las defensas del hombre» cuando se apoderaba de éste la desesperanza.

En el siglo XVI, los ingleses descubren que turcos y chinos evitaban la aparición de la viruela al realizar pequeños injertos de costras pulverizadas en la piel de los pobladores, así como también mediante la inhalación de este polvo (práctica realizada desde el año 200 a.C.). Dicha forma de protección fue importada al Reino y utilizada para tratar, previo ensayo clínico en reos, a los aristócratas de la época. Finalmente, fue prohibida por la Iglesia.

Ya en el siglo XVIII, el doctor Edward Jenner inoculó material de lesiones virales en los brazos de un niño y una semana después, luego de que este sufriera un cuadro diarreico leve, le inoculó el virus vivo y observó que el paciente no había contraído la enfermedad.

En el siglo XIX, Louis Pasteur llevó a la práctica los trabajos de Jenner y observó que al aplicar cultivos viejos (que debían haber perdido virulencia) en conejos, estos no enfermaban cuando se les inoculaban cultivos nuevos y muy virulentos. En honor a Jenner, Pasteur denomino a esta técnica “vacuna”, derivado de la palabra latina vacca, ya que Jenner hizo su descubrimiento a partir de un tipo de viruela que sufrían las vacas y las granjeras que las ordeñaban.

Luego, en diversos experimentos que llegaron a obtener el premio Nobel, se vio que esta propiedad de transmitir protección también se podía adquirir transfundiendo distintos componentes de la sangre de animales protegidos a los no protegidos. Esto puso en evidencia que tanto las células sanguíneas como el suero podían dar inmunidad. Aparecen, en consecuencia, dos términos, primero antagónicos y hoy complementarios: inmunidad humoral e inmunidad celular.

 

La actualidad de la inmunología

Hoy en día, la inmunología es una ciencia que ha tenido avances portentosos y que ha permitido no solamente desarrollar vacunas sino también tratar las distintas patologías que pueden afectar a este sistema. Al ser una especialidad tan compleja, se la suele subdividir en ramas: inmunología clásica, clínica, diagnóstica, inmunoterapia e inmunología evolutiva. Es de hacer notar que estas no actúan independientemente una de otra en la práctica clínica, sino que se encuentran en constante interacción.

La inmunología clásica se considera parte de la epidemiología (estudio de la incidencia de las enfermedades en una población) y es la rama que se encarga de comprender la relación entre los patógenos, el organismo humano y la inmunidad para así entender concretamente las distintas interacciones físicas, químicas y biológicas que hay entre agentes externos e internos. Por otro lado, tenemos la inmunología clínica, que es la rama que estudia las enfermedades que se presentan como consecuencia de diversos trastornos en el sistema inmune. Estas se pueden clasificar en:

·    Enfermedades que disminuyen la eficacia de los componentes inmunitarios (Inmunodeficiencias). Entre estas encontramos, por ejemplo, al Sida.

·    Enfermedades que provocan que el sistema inmunitario reconozca a los propios tejidos como extraños y los ataque (enfermedades autoinmunes). Las más comunes son la diabetes tipo 1, el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoidea, la anemia perniciosa, la esclerosis múltiple, la tiroiditis de Hashimoto, la esclerodermia, entre otras.

·    Enfermedades en las que la respuesta del sistema inmune es exagerada (hipersensibilidad). Aquí encontramos las alergias y el asma.

La antes mencionada inmunoterapia es aquella rama que se encarga de desarrollar diversos tratamientos que estimulen o repongan al sistema inmunológico, para que este actúe frente a distintas enfermedades como pueden ser el cáncer, las infecciones, las inmunodeficiencias, ectétera. Puede tener fines profilácticos o terapéuticos. Encontramos aquí los anticuerpos monoclonales y las vacunas.

La inmunología evolutiva es la encargada de estudiar el sistema inmunológico de seres tanto vivientes como extintos. La intención es encontrar explicaciones acerca de la evolución del mismo y de los seres humanos en general.

Finalmente existe la inmunología diagnóstica, que busca identificar posibles trastornos en el sistema inmunológico a través de diversas tecnologías especialmente diseñadas para ello. Por ejemplo, la utilización de radio-marcadores, de enzimas reveladoras o incluso marcadores fluorescentes son algunos de los métodos empleados para la detección de trastornos o enfermedades de esta índole.

La inmunología es una ciencia que ha crecido fuertemente en los últimos años gracias al desarrollo tecnológico del siglo XXI y de fines del siglo XX, lo que le ha permitido consolidarse como una rama independiente de la microbiología. Debido a esto, se ha logrado no solo entender por qué existen ciertas enfermedades, sino también encontrar soluciones y tratamientos a estas para mejorar la salud de muchas personas alrededor del mundo. Es, sin duda, una de las especialidades médicas que más futuro tiene, y promete seguir avanzando a pasos agigantados con sus insospechados hallazgos.

Vale mencionar que el descubrimiento de los anticuerpos monoclonales, que le valió el premio Nobel de medicina en 1984 al químico argentino César Milstein, ha sido uno de los grandes avances inmunológicos de los últimos tiempos.

 

Por Luis Francisco Leiva, becario de Prensa de la Facultad de Ciencias Médicas