Se denominan partículas PM 2.5 a aquellas partículas cuyo diámetro es igual o inferior a 2.5 micras. Una micra o micrómetro es una unidad de longitud que equivale a una milésima parte de un milímetro, por lo que estas partículas son indetectables para el ojo humano. Este grado de indetectabilidad supone incluso un factor añadido a la importancia que hay que derivar en estas partículas.
Las siglas PM (material particulado o materia particulada) hacen referencia a partículas de diferentes tamaños que están suspendidas en la atmósfera, en el aire que respiramos, disminuyendo la calidad de dicho aire y provocando problemas para la salud.
Dentro de las PM podemos encontrar las mencionadas PM 2.5 y las PM10. Es importante conocer esta diferenciación porque se puede tender a englobar ambos tipos como si fueran lo mismo y, en realidad, presentan divergencias importantes.
En primer lugar, el tamaño. Las PM 2.5 tienen un diámetro igual o inferior a 2.5 micras mientras que las PM10 tienen un diámetro igual o inferior a los 10 micrómetros.
En segundo lugar y quizá más relevante es el origen y el material por el que están compuestas estas partículas. Las PM10 suelen estar más asociadas a orígenes y componentes naturales mientras que las PM 2.5 provienen más asiduamente de fuentes relacionadas con la actividad humana como con la emisión de gases contaminantes procedentes de vehículos.
Una vez vistas las principales diferencias, haremos hincapié en las partículas PM 2.5 debido a su mayor peligrosidad y a la importancia que supone reducir su presencia para evitar efectos nocivos para la salud.
El origen de estas partículas suele ir asociado a la actividad humana, pero se pueden diferenciar dos grandes fuentes: primarias o secundarias.
Uno de los problemas más graves para la salud es la capacidad de estas micropartículas de penetrar en los pulmones e incluso alcanzar los alvéolos, transportando sustancias dañinas a zonas muy sensibles del aparato respiratorio con la posibilidad de agravar enfermedades respiratorias y, en casos extremos, producir la muerte.
Otro de los aspectos clave es el diminuto tamaño de estas partículas, el cual favorece su permanencia en suspensión en el aire así como la entrada a través de los orificios nasales de personas y animales. La alta exposición a dichas partículas puede desembocar en patologías y problemas para la salud, entre los que destacan:
Los grupos de riesgo, como son ancianos, niños y personas con patologías son los más expuestos a sufrir los inconvenientes de estos contaminantes.
Actualmente, el valor límite de presencia de PM 2.5 es el siguiente: 20ug/m3
Las PM 2.5 son uno de los peores contaminantes a los que nos enfrentamos y reducir su emisión y la exposición a los mismos se torna como un reto imprescindible.
Aunque es prácticamente imposible no estar expuesto a estas partículas, a nivel particular o individual se pueden tomar ciertas medidas:
La realidad que emana de las partículas PM 2.5 es que son un problema que traspasa edades y fronteras. El compromiso para disminuir su presencia en la atmósfera debe ser global y las sociedades en su conjunto tienen que trabajar para que la calidad del aire que todos respiramos sea cada vez mejor, evitando problemas para la salud y contribuyendo a una mejora de la calidad de vida en ciudades y pueblos.
Fuente: SolerPalau